¡Llegó la hora! Aquí tenéis el manuscrito que entre todos hemos escrito.
¡Disfrutadlo!
¡Llegó la hora! Aquí tenéis el manuscrito que entre todos hemos escrito.
¡Disfrutadlo!
El cartero ha venido a la hora de comer, vestido de paisano. Una postal ha llegado casi a la hora de cerrar, nos dice, pero cómo no la iba a traer. Me he emocionado tanto por su gesto que le he pedido matrimonio allí mismo.
Cantar de un juglar zaragozano
El trovador languideceen una celda de la torre
mientras Leonor padece
un creciente mal de amores.
Ni el teatro ni los bufones
le devuelven la sonrisa,
y su vida entre algodones
aborrece a toda prisa.
Una morisca avispada
piensa en hacer fortuna
le propone una jugada
para escapar bajo la luna.
Prende fuego a un arambel,
la ventana escupe llamas
y asustados, en tropel,
salen presurosos los guardas.
La confusión aprovecha,
sube a la torre la dama,
la morisca al preso libera,
huyen ambos a la aljama.
Mañana partirán lejos
donde no sean conocidos,
o ese sería mi consejo.
El amor nunca se da por vencido.
Hemos preparado un tríptico resumen plegable para que lo imprimáis y lo lleveis con vosotros durante este fin de semana. Incluye el programa de actos y alguna información adicional.
Lo tenéis aquí: Folleto
¡Van llegando las últimas postales para el trovador! El cartero pregunta tristón: ¿Ya no van a llegar más? Hoy nos ha traído la de Elisa de Armas, que nos escribe desde Sevilla una historia ambientada en el Salón Sorado de la Aljafería. Cuando estemos en este salón el sábado vamos a buscar todos las palabras que rompan el hechizo.
LA LEYENDA DEL SALÓN DORADO
Vivió en Zaragoza un rey moro que ansiaba levantar en su palacio una sala que en nada envidiase a las del Paraíso, mas ninguno de los proyectos presentados por sus alarifes satisfizo al exigente monarca. Finalmente, se presentó en la corte un extranjero asegurando que, si le permitía contemplar la danza de las mujeres del harem, edificaría para él la más hermosa estancia que jamás nadie hubiera contemplado.
Dudó el rey, pues era celoso y posesivo, pero al fin aceptó la propuesta. Al atardecer, en un solar anexo al patio del palacio, Aixa, la favorita, y el resto de sus compañeras bailaban ante el monarca y el forastero. Esperó este a que las jóvenes se emparejaran y, cuando alzaron sus brazos, curvándolos airosamente, pronunció un conjuro en su lengua desconocida. Al instante, los cuerpos esbeltos quedaron convertidos en columnas, los brazos se entrelazaron formando arcos caprichosos y surgió sobre ellos una hermosa techumbre decorada con versos del Corán.
El rey lloró y suplicó, pues no quería conseguir sus deseos a tal precio, y el extranjero, antes de desvanecerse como humo, accedió a comunicarle que, entre las que formaban los versos, había diez palabras escondidas. Si las encontraba y las ordenaba debidamente, se desharía el hechizo. Cuentan que el rey perdió la razón trenzando infinitas combinaciones, y que las bellas muchachas del harem esperan aún que un mortal acierte con la fórmula que les permita continuar su danza.
¡Ha llegado otra postal!!!! Asunción Buendía nos ha mandado esta cúpula de Madrid que guarda una leyenda escondida
Si te animas a participar con tu postal, aquí te decimos cómo hacerlo.
LA LEYENDA DEL CORAZÓN DE PIEDRA
Había aprendido en sus largos años de encierro a esperar. Vació su corazón dejándolo inerte como la piedra que era ahora su cuerpo. Desde su altura contemplaba el ir y venir del mundo y descubrió cuál era su motor. No era el dinero, ni la ambición, ni la belleza, ni siquiera la sabiduría. Era algo infinitamente más poderoso: el amor.
En cuanto lo supo, su corazón se llenó e inmediatamente se rompió el hechizo.
La cúpula alada volvió a ser solo una escultura y ella una mujer nueva y libre.
¡Nuestro buzón se está llenando!!!! Hoy tenemos un mozo pastorzuelo que nos llega desde Barcelona de la mano de David González Aye.
EL BESO DE BABEL
La había visto solamente una vez. Un pasajero instante entre algodones que se esfumó tan pronto el almuédano del Palacio de la Aljafería comenzara su hipnótica llamada a la oración. Pero a pesar de ese fugaz momento salpicado por el blanco roto de la luna llena, el joven pastor dispuso de tiempo suficiente para pintar en el lienzo de sus retinas la hermosa estampa de la princesa trenzándose el pelo, tan largo como el suspiro que le provocó.
Días y días pasó el mozuelo en el monte memorizando todas las palabras, habidas y por haber, que comenzaran por –al: almohada, alféizar, albahaca, alambique, alhaja…
Una noche, de un violáceo insultante, el desaseado pastorcillo, una vez que su cerebro ya no fue capaz de almacenar ni una sola palabra más, logró colarse en palacio hasta los mismísimos aposentos de la heredera del reino taifa.
Frente a ella, ebrio por los nervios, sólo alcanzó a balbucear:
―Alcachofa…
No hubieron más testigos que la Luna capaces de testificar a favor del primer beso de la princesa.
El cartero empieza a cantar como un trovador cada vez que nos trae una postal: «¡tralala.. tralala… !». Hemos pensado regalarle una bandurria, ¿qué os parece? Hoy nos ha dejado esta carta que nos envía Belén Sáenz desde Madrid, rebosante de aromas de nuestra tierra. ¡Gracias Belén, vaya trovador más maño nos has regalado!
A LA AUGUSTA MADRE DEL TROVADOR MANRIQUE
Disipados ya los vapores de Cariñena que me nublaron las entendederas
A plomo mi amor ha descendido desde las almenas hasta el patio de la Aljafería
Es que, caramba, tiene un carácter más árido que los Monegros su retoño
Ay, Señora mía
Envuelto en papel celofán de brillantes colores como fruta de Aragón chocolateada
Yo le mando a su hijo de vuelta con viento cierzo
Porque sus ripios empachan más que un adoquín del Pilar de medio kilo
Y sin cachirulo no tiene ni pizca de prestancia
Juan Luis López Anaya nos ha enviado un retrato del trovador que espera vuestras cartas en la Torre de Homenaje. Yo le he añadido unas letras y hemos hecho una nueva postal.
Si te animas a participar con tu postal, aquí te decimos cómo hacerlo.
FILTRO DE AMOR
Rasgueaba mi laúd en busca de una canción para mi doncella. El bullicio del mercado estorbaba mi tarea: envuelto por los placeres mundanos, ni la melodía ni las palabras alcanzaban a expresar mi amor por la dulce Karima. Me extasiaba en el recuerdo de su tobillo y el olor del cuero me arreaba una patada en las narices; si pensaba en el perfume de su cuello, me alcanzaba el aroma de los quesos bien curados. Solo las marmitas de cobre del cacharrero me evocaron el fulgor de su cabello, una metáfora no precisamente digna de ser cantada a la dueña de mi corazón.
—¡Menos canciones y más pociones, joven trovador! —me espetó la vieja guiñándome un ojo orlado de verrugas.
Me llevé un frasquito de su filtro de amor. Por la noche, bajo la celosía de Karima, al abrirlo, torpe de mí, se escapó de mis dedos: el líquido azul empapó mis manos y salpicó mi laúd. El azul cobalto me envolvió y en esa mágica ceguera flotaban los almendrados ojos de Karima. Mis dedos volaron solos sobre las cuerdas del laúd y el susurro de una canción escapó sin conciencia de mis labios. Esa noche, un beso de mi laúd se enredó en la boca de ambrosía de Karima.
Las islas nos traen postales dulces, con sabor a sal y aromas nostálgicos de sirena que vuelven loco al trovador. Desde Ibiza nos llega esta ola que sopla Peña Lorén.
Para participar con tu postal, aquí te decimos cómo hacerlo.
DESDE LA TORRE
La princesa Baasima escuchaba los cánticos del trovador embelesada.
Pero no era el embeleso el que la hacía volar, sino el olor marino que desprendía aquél doncel, y una nostalgia rara que envolvía su canto todo.
En sus trovas contaba la historia del amor a una sirena que habitaba lejanos mares, y que para siempre le habían dejado ese aire perdido de pez fuera del agua.
Baasima mandó rellenar el estanque del palacio con agua del mar, transportada en enormes cubas que doscientos carruajes tirados por cuatrocientos caballos negros trajeron desde el Mediterráneo. El trovador desde entonces, solo cantaba a orillas del estanque, pero con una dulzura aún más arrebatadora, que hacía que desde la Torre, en los atardeceres rojos, se pudiera ver el mar.
El Cartero nos pregunta que quién es este Trovador tan famoso que recibe tantas cartas. Y yo le contesto: «Trovadores somos todos». Como MA (Ester), que nos ha enviado esta nueva postal desde Granada. ¡Gracias!
Si te animas a participar con tu postal, aquí te decimos cómo hacerlo.
TROVAR POR AMOR
Benhami, un modesto vendedor de telas judío, prendado de Yamileth, la hija de
un mandatario árabe, fue condenado a morir en la horca por haber tenido la
osadía de declararle su amor con canciones y trovos bajo su ventana. La joven,
a la que el judío no le era indiferente, intercedió por él para conmutar su
pena por el exilio. Lejos de la tierra que lo vio nacer, y desprovisto de
todos sus bienes, Benhami pasó el resto de sus días añorando a la bella
muchacha, rodando entre alcaicerías y ferias cristianas, y escribiendo versos
y misivas de amor a otros enamorados, a cambio de un par de míseras monedas.